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El capitán que sobrevivió al aterrizaje de su avión colgando en el techo

El capitán que sobrevivió al aterrizaje de su avión colgando en el techo
Esta es la historia, casi increíble, del milagroso día en que un piloto estuvo por fuera del avión mientras su aeronave estaba en pleno vuelo. Foto: Captura
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Esta es la historia, casi increíble, del milagroso día en que un piloto estuvo por fuera del avión mientras su aeronave estaba en pleno vuelo.

Lo más llamativo es que él sobrevivió pegado a una ventana.

Por más raro e insólito que suene, el suceso ocurrió en 1990, cuando el vuelo 5390 de British Airways, el cual viajaba desde Birmingham (Inglaterra) a Málaga (España), enfrentó un problema que puso en riesgo a todos los pasajeros.

El piloto sufrió la letalidad del viento

Después de 27 minutos del despegue del avión, “durante el ascenso, al alcanzar una altitud de 5.300 metros, el parabrisas del lado del capitán se desprendió”, publicó el diario ‘ABC’.

A esa altura, la presión y la fuerza del viento es muy fuerte. Por ello, las ventanas de los aviones están selladas o, de lo contrario, las personas podrían salir volando.

Esta hipotética y terrorífica idea fue justamente lo que le pasó a Tim Lancaster.

Debido a un error en el ensamblaje del avión, el piloto fue succionado y quedó por fuera de la aeronave.

Según contaron algunos compañeros de vuelo, más de la mitad del cuerpo del hombre estaba por fuera y lo único que lo mantenía con vida era que sus piernas permanecían dentro.

La odisea: el cuerpo, la velocidad y el caos

Nigel Ogden, un auxiliar, recordó el suceso en conversación con el medio ‘Sydney Morning Herald’: “Me di la vuelta y vi que el parabrisas había desaparecido y Tim, el piloto, estaba saliendo por él. Lo había sacado del cinturón de seguridad y todo lo que podía ver eran sus piernas”.

“Salté sobre la columna de control y lo agarré por la cintura para evitar que se fuera por completo (…) Le había quitado la camisa de la espalda y su cuerpo estaba doblado hacia arriba, alrededor de la parte superior del avión”, agregó.

Mientras Lancaster luchaba por su vida, el copiloto Alistair Atchison intentaba hacerse cargo de la situación desde los controles de mando.

“Todo lo que puedo recordar es mirar a Alistair Atchison, el copiloto, luchando por controlar el avión y gritando ¡Mayday! ¡Mayday! en la radio”, dijo Ogden.

Lancaster había desconectado el piloto automático y el avión iba a una velocidad inaudita para estar en una de las zonas del cielo más congestionadas del mundo.

Sumado a esto, la fuerza del viento abrió la cabina del piloto y varios pasajeros notaron que nada estaba bien.

Mientras más tiempo pasaba, más aumentaban las posibilidades de muerte del piloto.

De hecho, a esa altura, la presión y la falta de oxígeno lo estaban haciendo pasar los minutos más desesperantes de su vida.

Atchison solo atinó a pedir que no le soltaran las piernas por ningún motivo.

¿Qué debía hacer el copiloto?

Atchison comenzó un descenso para alcanzar una altitud que le proporcionara oxígeno al hombre que colgaba de la ventana.

Una vez logró estabilizar el avión, hizo varias llamadas de emergencia. Necesitaba que el aeropuerto más cercano lo dejara aterrizar.

El viaje de Birmingham a Málaga estaba más que descartado.

Todos los esfuerzos estaban volcados en salvar la vida de Lancaster.

El aeropuerto de la ciudad de Southampton atendió el llamado y, al conocer la situación -que parecía de todo menos una emergencia convencional-, le concedió el descenso.

Ese era el momento en que más fuerte debían sostener a Lancaster.

Atchison consiguió aterrizar.

Ningún pasajero salió herido y el capitán logró sobrevivir.

“La presión sobre Alistair debe haber sido tremenda, la vida de todos estaba en sus manos. Pero descendió ese avión perfectamente”, recordó Ogden.

Los bomberos bajaron a Lancaster de la aeronave y lo llevaron al Hospital General de Southampton.

(Además: La rara ‘epidemia del baile’ que mató de agotamiento a más de 300 personas).

El hombre tenía “fracturas óseas en el brazo y la muñeca derecha, una fractura del pulgar izquierdo, hematomas, congelación y conmoción”, publicó la cadena de noticias ‘ABC’.

Teniendo en cuenta la experiencia prácticamente irrepetible y su diagnóstico médico, el piloto, desde cierto punto de vista, salió bien librado.

Y lo más importante: vivió para contarla.

“Me acuerdo que hubo un ‘bang’ y que desapareció la ventanilla. Inmediatamente fui absorbido. Mi primer pensamiento fue que tenía que intentar seguir respirando. No sentí ningún dolor mientras todo estaba sucediendo, pero recuerdo el golpe del viento”, contó Lancaster en aquel momento en conversación con varios medios locales.

Las investigaciones sobre el fallo de la ventanilla concluyeron que fue un error en los tornillos. Los que tenía ese avión eran más pequeños y causaron el desprendimiento.

Via Diario El Tiempo Colombia

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